Empatía, dónde estás?

El hombre aparente insensible, el mentiroso, el besador, el amante apasionado casi inexistente, el que si acaso deja la típica nota de despedida y luego lo encuentras en cada esquina, aquel que finge no conocerte o al menos no mucho, ese que no quiere que te enamores y el que dice que pronto se irá muy lejos.

Todos parecen hecho de las mismas mañas pero en distintos nombres por las que sufren tanto las mujeres.

La mujer independiente, en apariencia segura de sí misma pero increíblemente provocativa, sensual y tierna a la vez, la loca que aventó nuestras cosas encima, con la que cogiste sin cesar, sin importar nada, y que riesgo tras riesgo sólo ocasionó desdicha entumecida.

Esa mujer que te cela porque es parte de su cultura, que te odia por nacer hombre aunque dice amarte y es capaz de provocar tu muerte, sólo porque eres suyo.

Un océano de emociones se abre paso tras el coito, dejando vulnerable cada ápice de desbalance propio y ajeno.

Al final todo somos lo mismo, seres incomprendidos

Somos algo, que busca un hogar y estabilidad para ya no sentirnos solos, disfrutar y al final abrir nuestro corazón para hacer nuestros sueños realidad.

Somos algo que en el camino a quien sabe donde, buscamos complacer y llenar de dicha a quienes nos agradan, así como atravesar cielo mar y tierra hasta palpar la ambrosía de felicidad y degustarla lentamente.

Somos etapas del ser inconsistente e inconsiente. Tan solo debemos comprendernos mutuamente.

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