Leven anclas por favor...

Hoy te escribo desde la lejanía que nació y hoy observo.

Nuestros mundos han cambiado, pues te has ido a otro lugar muy lejano. Al menos aquí el clima no es tan malo.

¿Dónde quedaron las promesas?
Donde quedó la compañía de dos infelices que con sueños y promesas sonreían en medio del llanto y la desesperanza.
Hoy en especial recuerdo los días de antes... Y cómo los extraño...

Nunca te dije que la tristeza que sentía era por el miedo de perderte, y de ser una carga tan pesada como un ancla a tu cuello, un ancla al que te aferrabas hasta el fondo pudiendo haberte soltado.

No todo fue perfecto, pero fue hermoso todo ese tiempo... Las navidades a solas entre una multitud, las promesas de bien que olvidaste bien porque soy nocivo.

Escribir, escribir, recordar... y llorar.

En la lejanía se hunde un ancla que se ha soltado de ti...

Mientras sonrió al ver pasar los peces y las algas, para luego también verlos alejarse.

Me alegra y me duele que ya estás en tierra firme, mientras yo también, sólo que he de quedarme aquí en el fondo velando tus sueños a los lejos.

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